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ENTRE EL VALOR, EL HEROÍSMO Y EL MITO

POR

CAMILO OSORIO GÁLVEZ

¿Qué recordamos? Es la pregunta con la cual el ser humano va construyendo un camino, una identidad y a la vez una memoria. Sin más, la raíz de la palabra “recuerdo”; del latín cor cordis hace alusión al aprendizaje del corazón; dicho en otras palabras, el recuerdo no se despega del afecto o de la emoción.

Con este planteamiento, el recuerdo de un determinado personaje, provoca en quien lo evoca una inspiración y un modelo de virtud al cual adscribirse, así entonces el héroe trasciende las generaciones y las épocas; convirtiendo su paso a la eternidad en un referente digno de memoria; lo que vuelve al hombre grande y a su acción, heroica.

Al hacer una revisión de nuestros héroes, encontramos también una recepción clásica, un viaje y un destino, que lleva a un hombre común a realizar un acto extraordinario, que finalmente es consecuencia de una vida apegada a la virtud, donde en su fuero íntimo ese hombre mira también como referente a otro gran ser humano que en tiempos legendarios llenaron los libros de historia o fueron la inspiración de los cantos de los rapsodas.

Para el caso chileno, la construcción de la imagen heroica tiene directa vinculación con los modelos de virtud del mundo clásico, en que se combina un ideal (Paideia) con la areté que apunta a ser el mejor, lo que a su vez construye un ethos (modo de ser y actuar) que direcciona las decisiones del ser entre lo bueno y lo malo o lo correcto y lo incorrecto.

Sin embargo, en algunos casos, ese referente se convierte en un modelo lejano, pues al ser construido con tantas virtudes, y casi sin defectos; el mármol o el bronce terminan deshumanizando al personaje, pues se debe entender que el heroísmo no es una conducta que ocupa la vida y obra del hombre en todo momento; simplemente, fue un ser humano común y corriente que vivió en una época y contexto específicos; y que, ante circunstancias apremiantes como la guerra y/o las consecuencias de la misma, simplemente antepuso un ideal por el cual en su libre y legítima decisión consideró que bien valía la pena morir, a diferencia de otros que ante el mismo escenario huyeron o pactaron, o tomaron cualquier otra decisión que consideraron correcta en ese instante.

Si bien lo anterior puede generar polémica o herir alguna sensibilidad – que bajo ningún caso es la intención de este escrito – se puede fundamentar lo antes dicho con tres nombres patronímicos de la historia nacional; pues ni Bernardo O´Higgins ni José Miguel Carrera ni Manuel Rodríguez se propusieron ser héroes per se; sino que comprendieron, cada uno desde su arista personal, que la Patria, el ideal o la República que soñaban para sus familias y para las generaciones venideras; bien valía los riesgos, tormentos, sacrificios, temores o todo lo que vivieron y soportaron en sus espíritus en aras de lograr ese objetivo.

Tanto estudiando las cartas de O´Higgins, como los diarios de Carrera o los discursos y cartas de Manuel Rodríguez, podemos ver hombres que en su fuero interno tenían dolores; un pathos interno que también los hizo sentirse abrumados, pero lo que se admira es la capacidad de sobreponerse a esos temores y/o emociones o tormentos.

Un Bernardo O´Higgins que al verse encerrado y sitiado al interior de la plaza de Rancagua sin mayor apoyo que los pocos hombres que le quedaban – recordemos que la tercera división comandada por José Miguel Carrera había sido rechazada por las fuerzas de Elorriaga, impidiendo la reunión de las tropas patriotas – tomo la decisión de lanzarse contra los sitiadores, entendiendo que moriría en el asedio o al menos intentando romper el cerco; eligiendo esto último como opción; o en otro momento, cuando ya siendo Director Supremo, entiende que sus decisiones o presencia en el cargo pondrían en jaque la incipiente independencia, decide abdicar antes que sobrevenga un conflicto fratricida, y posteriormente decide su autoexilio en Perú.

El caso de José Miguel Carrera, que primeramente rompió con un abolengo familiar al abrazar el ideal revolucionario, es otro ejemplo que fundamenta nuestra posición expuesta acá, pues el camino de los acontecimientos lo conduce a las decisiones que debió tomar – recordando que tras el sitio de Rancagua jamás volvería a su tierra – se ve envuelto en disputas intestinas que primero terminan con el fusilamiento de sus hermanos Luís y Juan José; y más tarde, tras la traición de sus oficiales que lo entregan a las autoridades mendocinas; vemos en sus diarios, sentimientos de abatimiento, pero aun así decide enfrentar el destino trágico que le esperaba saliendo de la prisión en Mendoza: su fusilamiento, ocurrido el 4 de septiembre de 1821.

El caso de Manuel Rodríguez, si bien puede parecer la más evidente muestra de heroísmo y virtuosismo. Más que centrarnos en la leyenda construida sobre él, nos abocaremos en el terror constante de la persecución, dado que al ser uno de los cabecillas de la resistencia patriota durante la contrarrevolución imperial o reconquista española. Su cabeza tenía precio y al final no podía estar a cubierto en lado alguno sin arriesgar a las personas que lo protegieron durante ese tiempo; o después, tras encarar a O´Higgins al conocer la noticia del fusilamiento de los hermanos Carrera, entiende que selló su destino, y el cual le causaría la muerte ocurrida en Til Til al poco tiempo después del triunfo final de los patriotas en Maipú.

Volvemos al punto que no es intención de este escrito abanderarse por alguno de estos héroes, ni tampoco de las veleidades políticas que los pusieron en trincheras diferentes frente a un mismo ideal, sino que solo hablar de hechos concretos que permitieron crear su imagen heroica a través del tiempo, que incluso permitió la polémica que por ejemplo hasta la actualidad sigue enfrentando a o´higginistas y a carrerinos cuando se habla de los pormenores del sitio de Rancagua en 1814.

¿Cómo se construyeron estos modelos? Bueno, para responder esta interrogante debemos remitirnos al proceso de construcción de la República que necesitaba nombres patronímicos que le dieran una identidad, por ejemplo cuando O´Higgins es el primero en usar la denominación de “Chilenos”, o Carrera que durante su gobierno en la Patria Vieja le da emblemas a la naciente República (una bandera, un escudo y un reglamento constitucional) por lo que automáticamente se habla de “padres de la patria” y los modelos de virtud que se usan durante el siglo XIX, nos remiten al mundo clásico, cuando se habla del Leónidas de Rancagua, o cuando se quiso construir la imagen del traidor en José Miguel Carrera usando la conjuración de Lucio Sergio Catilina, que en los tiempos de la tardorrepública en Roma protagonizó un complot para desestabilizar el gobierno, otro caso cuando hablamos de las “Termópilas de Chile” cuando se refirieron al Sitio de Rancagua o yendo incluso más atrás cuando en el poema La Araucana encontramos referencias a La Eneida del poeta Virgilio, temas que muy bien ha trabajado la historiadora María Gabriela Huidobro que más abajo referiremos en nuestra bibliografía.

A manera de conclusión podemos sostener que los tres nombres analizados fueron virtuosos, y con sus notables diferencias, lucharon por un ideal más allá de la propia vida, donde finalmente, de alguna forma u otra; tal como dice el dicho popular que todos los caminos llevan a Roma, en este caso todo vuelve a los clásicos.

En San Vicente de Tagua Tagua, a 16 de octubre de 2023.

Referencias Bibliográficas para profundizar los temas tratados.

CARRERA, José Miguel. (2011) Diario Militar. Ed Universitaria, Santiago, Chile. (existe versión digital disponible en www.memoriachilena.cl )

CRUZ, Nicolás; HUIDOBRO, María (eds.) (2019) América y lo clásico; lo clásico y america latina. Ril Editores, Santiago, Chile.

GUERRERO, Cristiian (2018) 1818, la proclamación de la independencia de Chile: historia y memoria, realidad y mito. Ed. Centro de Estudios Bicentenario, Santiago, Chile.

HUIDOBRO, María Gabriela (2017) El imaginario de la guerra de Arauco; mundo épico y tradición clásica. Ed. Fondo de Cultura Económica – Universidad Andrés Bello, Santiago, Chile.

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