RECUPERACIÓN DE CASTRO
15/08/1600
REPRESALIA EN PURÉN
31/12/1609

28 de octubre de 1602

El año de 1602 fue nefasto para el reino, sobre todo en el sur del mismo. Los choques entre la población indígena y la española eran frecuentes y significaban para los hispanos especiales apremios. Las ciudades del sur que aún resistían el embate del enemigo, se veían sitiadas, hambreadas y acosadas constantemente por los naturales, lo que no contribuía a su ya precaria y apremiante situación. La guerra que se había interrumpido a ratos durante el invierno, retomaba su ritmo al iniciar la primavera para desesperación de los españoles.

Durante aquél año, el gobernador don Alonso de Ribera había estado insistiendo en su correspondencia al rey sobre los necesarios socorros y la necesidad de establecer un ejército permanente y profesional en el reino. Mientras esperaba que sus ruegos fuesen tenidos en consideración y que se le enviasen ayudas más suculentas que le permitiesen a enfrentar este enorme desafío, recurrió a derramas para el financiamiento de su ejército y en octubre de 1602 pudo partir con una expedición al sur del país.

Por esos años, era el Fuerte de Santa Fe, ubicado en la margen derecha del Bío–bío justo enfrente de la confluencia con el río Vergara, uno de los puntos más atacados y asediados durante aquella temporada. De los fuertes españoles era uno de los más sólidos de la región y contaba con una guarnición de alrededor de ciento sesenta soldados, todos al mando del capitán don Alonso González de Nájera, destacado militar en cuyo currículum podemos destacar una amplia experiencia en las guerras de Flandes, quien mantenía la posición como mejor podía, dadas las dificultades mencionadas. No solo debían enfrentarse al acoso indígena, que no les daba tregua ni para procurarse alimentos, sino que además ese año las lluvias habían hecho crecer tanto las aguas, que pese a que el fuerte se encontraba en tierras altas, corrió peligro de ser arrasado por las mismas en más de una ocasión.

No fue sino hasta la llegada de la primavera cuando enfrentaron un serio peligro. “Pelantaru, cacique de Purén, que desde tres años atrás era el jefe principal de aquella grande insurrección, y otro llamado Nabalburí, que había adquirido fama entre los suyos, reunieron un ejército de algunos millares de hombres, y prepararon un ataque formal contra la fortaleza.”[1] Al buscar un modo de facilitar el ataque, se buscó infiltrar el fuerte, para lo cuál se envió a un indígena que debía fingir rendición y cuya misión, una vez al interior de la fortaleza, sería provocar un incendio en los cuarteles. Esto se llevó a cabo y se envió a un hombre de aspecto enfermo (para mayor credibilidad) a cumplir esta misión, quien fue descubierto gracias al ojo sagaz de González de Nájera, y obligado a confesar mediante tormentos el propósito de su presencia. De este modo los defensores del fuerte fueron advertidos del inminente asedio y pudieron tomar los resguardos correspondientes.

Cuando las tropas de Pelantaru y Nabalburí se dejaron caer sobre el Fuerte de Santa Fe, sus defensores estaban prevenidos. Dos horas antes del amanecer del 28 de octubre de 1602 cargaron contra las empalizadas del fuerte sin cuidado alguno por los fosos y estacas dispuestos para su defensa. Y si bien este ataque fue resuelto y a momentos heroico, los españoles al mando de González de Nájera estuvieron a la altura de las circunstancias y se mantuvieron firmes ante la adversidad. La lucha fue encarnizada por ambas partes, pero la resuelta defensa rindió frutos y al amanecer, se logró repeler el ataque indígena, quienes habían sufrido daños considerables. Por este motivo desistieron en su afán y fueron dispersados.

Tras el combate, los españoles se dieron a la tarea de reparar el fuerte y si bien habían resistido el embate indígena, no lograron mejorar su ya precaria situación. Siguieron pasando hambre y otras penurias que incluso llevaron a que algunos de sus hombres se fugaran del fuerte o desertasen al enemigo.

De acuerdo a las notas que expone don Diego Barros Arana en su Historia, destaca que “Ribera da una noticia bastante cabal de estos hechos en una carta escrita al rey desde Rere con fecha 5 de febrero de 1603. Pero es mucho más prolijo el mismo capitán González de Nájera, en dos pasajes del Desengaño y Reparo de la guerra de Chile (…) en que refiere cuanto se relaciona con la defensa del Fuerte Santa Fe.”[2]

Por
Carolina Herbstaedt M
Historiadora UAI
Academia de Historia Militar.

NOTAS AL PIE:

1. Barros Arana, Diego. “Historia General de Chile. Tomo III.” Editorial Nascimiento. 2ª Edición, Santiago 1931. p. 413
2. Ídem. p. 414

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